Proyecto

En la comuna de Lo Barnechea, Santiago de Chile, se sitúa un jardín que se integra magistralmente con la topografía natural mediante terrazas y muros de piedra que optimizan el uso del espacio. Este jardín inicia su recorrido en el piso principal de la casa, descendiendo suavemente hacia una pileta de agua cuyo murmullo aporta serenidad al entorno. La elección cromática de las flores abarca desde el rojo pasando por el celeste y mezclándose con el blanco y los diferentes tonos de verdes. Durante el otoño los tonos del follaje pasan del verde al amarillo, naranjo y rojo convirtiendo al jardín en un espectáculo visual.

La adaptación del diseño a los desniveles del terreno no solo maximiza el espacio, sino que también muestra un compromiso con prácticas sostenibles, al respetar y realzar la topografía existente. Este enfoque no solo aporta belleza visual, sino que también enfatiza la armonía con el entorno natural. Así, el jardín se convierte en un refugio tranquilo y hermoso, invitando a los visitantes a disfrutar de la diversidad de colores y la paz que ofrece su diseño paisajístico, el cual es un ejemplo de cómo se puede crear un espacio estéticamente placentero y consciente en la ciudad.

Superficie: 1.300 m2